Mal consejero

A Ricardo Lorenzetti le salió el “tiro por la culta” luego de que se frustrara la jura de un nuevo integrante de la Corte Suprema de Justicia que él mismo se encargó de recomendar al Gobierno. Ahora y casi aislado del resto de sus compañeros, su anhelo por volver a presidir al Máximo Tribunal está cada vez más lejano.  Por Cuarto Intermedio

Se dice que fue el promotor de la candidatura del juez federal Ariel Lijo para ocupar uno de los lugares vacantes en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, así como también que fue el que lo persuadió al propio Presidente Javier Milei para que lo impulsara.

Sin embargo y luego de la última reunión de acuerdos que celebró el Máximo Tribunal que tuvo como resultado la negativa al pedido de licencia extraordinaria que hiciera el titular del juzgado federal N°4 para poder integrarse -en comisión- a ese cuerpo, pocos fueron lo que advirtieron que uno de los principales derrotados por esa decisión, si se quiere, no fue el Gobierno, sino el juez Ricardo Lorenzetti.

Ahora y gracias la falta de “olfato” o “pericia” de quien años atrás supo conducir los destinos de la Corte, a la Casa Rosada se le esfumó esa idea que le había “vendido” de poder contar con una suerte de mayoría dentro de ese Poder.

Ello, vale remarcar, no solo se deberá a que el ingreso de Lijo volvió a entrar a una suerte de “stand by” luego de que se le rechazara la licencia en su juzgado, sino que también como consecuencia de la hasta entonces impensada postura que terminó adoptando el flamante ministro Manuel García-Mansilla, Lorenzetti no solo fracasó con su idea de intentar construir unanimidad al momento de las votaciones (junto a los nuevos cortesanos podría haberlo sumado ocasionalmente a Carlos Rosenkrantz) sino que, muy por el contrario, terminó solo y en minoría absoluta.

Por tanto y si se tienen en cuenta sus “formas”, podría interpretarse que el intento que hiciera recientemente para poder sumar a un posible aliado cuando llegara el momento de tener que elegir al nuevo presidente de la Corte no solo se vio frustrado, sino que además le significó una fuerte derrota a la Casa Rodada de la que, como era de esperarse, se despegó.

Obsesión por las jerarquías

Este nuevo e inesperado panorama que se le abrió a Lorenzetti a partir de la fallida jura de Lijo y de la sintonía que mostró García-Mansilla con Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti en su primera intervención oficial como juez de la Corte Suprema vino, en cierta forma, a echar por tierra las aspiraciones del rafaelino.

En ese sentido, se dice que le costó mucho asimilar su salida como titular del Máximo Tribunal luego de haber fracasado -en su momento- durante los intentos por persuadir a sus colegas para que lo apoyaran en la elección, al punto de haber enfriado la poca relación que mantenía con ellos (tal es así, que desde ese entonces hasta ahora mantuvo cruces y actitudes no del todo “gratas”).

Por ejemplo, cuando Rosatti fue elegido como el nuevo presidente de la Corte, manifestó que él nunca se hubiera votado a si mismo por más que sean tres, y que no compartía el “autovoto” (vale aclarar que la elección fue llevada adelante acorde a la normativa sin que se registrara alguna otra objeción al respecto).

En igual sentido, también decidió embarcarse en una disputa con otro de sus compañeros: en este caso con Rosenkrantz, a quien había apuntado por intentar “quedarse” con el control del Centro de Información Judicial. En aquel entonces, difundió una carta en la que sostuvo que esa acción había generado un clima de “tensión” y de “temor” dentro de la Corte, aunque en la práctica Rosenkrantz sólo había reclamado por medio de una resolución los accesos para la administración de ese sitio web.

Finalmente y para completar la nómina de “desencuentros” con sus compañeros, se puede mencionar que lo propio hizo meses atrás con Juan Carlos Maqueda, por quien ni se molestó en mostrarse a favor de su continuidad cuando el Gobierno nacional decidió el año pasado nominar en su lugar -una vez que alcanzara la edad para jubilarse- a otros candidatos (muy por el contrario, entre ellos se encontraba el que había sido sugerido por el mismo).

Cabe señalar que Maqueda, un histórico integrante de la Corte que finalmente a fin de 2024 fue reconocido por su labor por el resto de los cortesanos y hasta ovacionado públicamente por toda la planta de empleados del Palacio de Tribunales cuando culminó con su último día de trabajo, ni siquiera fue saludado personalmente por Lorenzetti tras los años compartidos.