Otra más y van… Sendos fallos judiciales, primero en sede penal y luego en civil, no bastaron para aceptar que los dos meses de publicaciones cargadas de graves acusaciones contra un ex funcionario no fueron tal ya que nunca existieron.
El diario La Nación, sin embargo y lejos de aceptar no solo su “error” sino también los fallos de la propia justicia, continúa apelando a mecanismos legales para dilatar lo inevitable.
Es que luego de que la Sala L de la Cámara Civil le rechazara un “recurso extraordinario” presentado a partir de la sentencia que le indicaba al matutino porteño publicar en su portada las conclusiones del fallo que sostiene que el ex subsecretario de Relaciones Institucionales del Ministerio de Economía, Carlos Bercún, no tuvo ningún vínculo o participación sobre un supuesto pedido de sobornos para que no se sancionara una ley en el Senado nacional allá por el año 2002, el diario fundado por Bartolomé Mitre presentó recientemente un “recurso de queja” ante la Corte Suprema de Justicia.
Dicha acción requiere la participación del máximo tribunal para revisar el fallo de Cámara ante la negativa del “recurso extraordinario” aunque, en este caso, parecería ser que el uso de esta herramienta jurídica solo tiene como finalidad seguir prolongando en el tiempo el contundente fallo judicial con la ilusión, tal vez, de que ello les conceda impunidad.
“El periodismo no puede hacer justicia, no puede acusar ni puede condenar. Su tarea es informar… Cuando el periodismo quiere erigirse en juez desnaturaliza su función, corrompe sus herramientas y engaña el público. En una palabra, deja de ser periodismo”, rezaba, curiosamente, el editorial publicado por La Nación el 4 de julio de 2011. En la actualidad y si se remite a este caso en particular, el matutino dirigido por Saguier se encontraría totalmente en las antípodas de lo escrito hace cuatro años.
¿Dónde quedaron los valores, la ética y la búsqueda de la verdad por la que tantas veces pregonó el centenario diario a través de sus páginas? ¿Acaso en ese intento, si es que realmente esa fue la intención, no podría ahora reconocer que durante más de dos meses apuntó y cargó erróneamente contra una persona a la que involucraron en una grave acusación? ¿La justicia, por caso, no se pronunció al respecto?
“Teniendo también en cuenta que existieron actuaciones penales, y que concluyeron en la inexistencia del hecho, considero que en lo que al medio aquí demandado se refiere, tenía el deber de publicar en su portada -del mismo modo en que había difundido la denuncia del soborno y luego, del sospechoso según, entre otros, fs. 45, 50, 52 y versiones on line- las conclusiones de la sentencia de la mencionada causa penal 14.829 /2002 de diciembre de 2011”, describió el fallo de Cámara dictaminado el 21 de octubre de 2014. La respuesta de La Nación fue, primero, un “recurso extraordinario” y, luego, otro de “queja”.
“El tiempo que pasa es la verdad que huye”, fue la cita del criminalista Edmond Locard a la que apeló el matutino porteño para graficar sus pensamientos en el mencionado editorial del 2011 titulado “Evitar el sensacionalismo”, donde se cuestiona la toma de posición que adoptan algunos medios de comunicación ante determinadas noticias.
Sin embargo y en relación al “fusilamiento mediático” al que fue sometido Bercún -tal como lo calificara él mismo en ocasión de una entrevista emitida por Radio 10-, transcurridos ya ocho meses de aquella sentencia judicial en su contra, el diario La Nación habría resuelto esperar a que el tiempo pase para que la verdad huyera. No obstante, tarde o temprano, el matutino dirigido por Saguier deberá reconocer su error y publicarlo, inevitablemente y tal como lo dictaminara la justicia, en sus páginas.