Macri ¿el otro ganador?

Si hay algo que reconocerle al ecuatoriano Jaime Durán Barba, es que sabe su oficio. De lo contrario, tras el aplastante triunfo de Cristina Kirchner... Por Cuarto Intermedio

Si hay algo que reconocerle al ecuatoriano Jaime Durán Barba, es que sabe su oficio. De lo contrario, tras el aplastante triunfo de Cristina Kirchner en las primarias del domingo, otra quizás hubiera sido la suerte del victorioso y reelecto jefe de Gobierno porteño. Por Jorge Carlos Brinsek (*)   

(Cuarto Intermedio – 15 de agosto de 2011)- Quizás compartiría la grilla de lejanos “segundos” y “terceros” junto a Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Hermes Binner.Durán Barba le aconsejó sabiamente a Macri desandar sus aspiraciones presidenciales para este período. Y luego, tras su resonante reelección, tomar distancia del conventillo local, sin pronunciarse por nadie, al menos hasta después de los comicios.Le aguardan ahora otros cuatro años al frente de una ciudad que fue sistemáticamente castigada económica y políticamente por la Casa Rosada. Conoce las reglas del juego y sabe que no le puede ir peor porque, simplemente, lo peor ya pasó. De ahora en más, si sabe moverse con inteligencia, puede aspirar a las ligas mayores, es decir competir por la primera magistratura. Las cosas el domingo se dieron más o menos como estaban previstas, aunque sí sorprendió el porcentaje a favor de Cristina que los cálculos más optimistas ubicaban entre el 40 y el 45 por ciento. Una explicación groseramente simple sería: una mitad de los argentinos no trabaja y cobra por no hacerlo. La otra mitad, trabaja y paga por ello. Entonces la primera mitad votó a Cristina y la otra mitad, a falta de un referente aglutinante, se repartió lo mejor que pudo entre los postulantes opositores que mejor afinidad ofrecían a sus gustos o convicciones.No es tan así, por supuesto. En Capital Federal, por ejemplo, no poca gente que votó a favor de Macri y contra del candidato de Cristina, lo hizo ahora por la actual mandataria ¿el porqué? Simplemente porque no hay ninguna garantía que un nuevo inquilino de la Casa Rosada sea menos intolerante contra las aspiraciones de los porteños que los actuales. Entonces, nada mejor que malo conocido que bueno por conocer.Claro que todavía no está dicha, al menos no lo está del todo la última palabra. La carta brava se juega en octubre. Una proyección matemática augura que Cristina gana en primera vuelta, pero dos meses, a veces es demasiado tiempo en la siempre impredecible política argentina. Aunque altamente improbable, el escenario de balotaje no debe descartarse.Lo interesante será comprobar, luego de los comicios presidenciales, como quedará conformada la relación de fuerzas parlamentarias. Nadie, en la historia política argentina, siguiendo aquello de que las segundas partes nunca fueron buenas, salió airoso de un segundo mandato. No lo fue Hipólito Irigoyen, tampoco Juan Domingo Perón y mucho menos Carlos Menem. El detonante de siempre: el humor de los bolsillos.Un caso. Los historiadores siempre se preguntan porqué Perón, estando en condiciones de aplastar a sangre y fuego -con fuerzas militares leales suficientes- el alzamiento en su contra que estalló en 1955, prefirió resignar el poder y marchar al exilio.El caudillo la tenía clara: la economía se venía en picada y el viento a favor posterior a la Segunda Guerra Mundial estaba rotando en otras direcciones. Ya no quedaba más plata para repartir, y no pasaría mucho tiempo para que aquellos que se desgañitaban por él en la Plaza de Mayo, un día trocaran sus gritos por enfurecidas voces de protesta o aún algo peor. La “Revolución Libertadora” simplemente le hizo un favor. Al proscribirlo, lo convirtió en árbitro, amo y señor de la política argentina en los siguientes 18 años.El domingo en la noche, al hablar ante sus eufóricos seguidores, buena parte de ellos jóvenes de La Cámpora, la primera mandataria idealizó un futuro para la Argentina en donde la política pueda imponerse sobre la economía. Parece difícil. Por ahora se sigue gastando en esta suerte de “descubierto” bancario a costa de echar mano de los recursos de la Anses (es decir el futuro de millones de jubilados, actuales y futuros) y de una alarmante emisión monetaria que potencia una inflación galopante que se fagocita todo a su paso con velocidad eléctrica.Dependerá de la Presidenta, si los números favorables se le repiten en octubre, aplicar el precepto bíblico de que en lugar de regalar pescados, hay que enseñarle a la gente a pescar, y eso solo se logra con educación, capacitación, créditos para quienes dan trabajo, mínima presión impositiva para los que producen y la austeridad racional en el gasto de los recursos de los contribuyentes.Si no lo entiende así, y cae en el error de sus predecesores, potenciará una nueva ola de infortunios y frustraciones en donde ni siquiera Macri, con su indemne capital político de hoy, podría salir beneficiado.(*) Analista Político. Presidente delConsejo Editorial de Productorade Servicios Periodísticos(www.prosep.com.ar)