Fuentes judiciales explicaron que de los peritajes ordenado por la jueza de instrucción, Yamile Bernán, podría surgir que la víctima, un hombre de 41 años, pudo haber estado en situación de indefensión al momento de recibir el golpe que causó su caída, un golpe en la cabeza, una fractura craneana y, como consecuencia, la muerte.
La jueza espera los resultados del examen toxicológico para establecer si Jorge Martín Gómez representaba una situación de peligro que ameritara la reacción violenta del policía. Si bien está probado que tenía entre sus manos un cuchillo tipo tramontina, y en sus ropas un destornillador y un gancho de carnicero, en las filmaciones no se observa que hubiera blandido ninguno de esos elementos en actitud amenazante.
Por el momento, el policía está acusado de “homicidio preterintencional”, es decir, causado cuando intentaba otra lesión pero no la muerte. Sin embargo, si se comprobara que por efecto de drogas o alcohol, o por su propia actitud al momento de los hechos, el uniformado pudo comprender que Gómez no representaba ningún peligro, la acusación podría agravarse.
Ante una persona que no representa peligro alguno, y más aún, está en estado de somnolencia o bajo efectos de alguna sustancia que inhiba sus capacidades, el policía debió haberse representado que un golpe como el aplicado podía causar la muerte. Es el ejemplo clásico del “dolo eventual”.
En ese caso, la figura sería la de “homicidio simple”, pero como quien lo comete es un integrante de una fuerza de seguridad, automáticamente se agrava y la pena en expectativa es la de prisión o reclusión perpetua.
La situación procesal del uniformado se resolverá a mediados de la semana próxima.