Se trata del secuestro, desaparición y muerte ocurridos el 15 de abril de 1976, cuando una patota de la dictadura irrumpió en la vivienda del militante comunista Floreal Avellaneda, pero como no lo encontraron se llevaron a su mujer, Iris Pereyra, y a su hijo homónimo, de sólo 15 años de edad.
El cuerpo de Floreal hijo fue reconocido tiempo después en el puerto de Montevideo.
En 2009 hubo una primera condena pero con montos exiguos (ocho años para los secuestradores), lo que fue apelado y tres años después se modificó a 12.
Pero en 2013 la última instancia de apelación llegó a la Corte Suprema y -según denunció la organización humanitaria- desde entonces está pendiente de resolución, hace ya casi ocho años.
“La demora tiene dos efectos contundentes: uno es que al no estar ratificada la condena, los genocidas conservan la presunción de inocencia que marca la Constitución Nacional, y dos, lo que es aún más grave, que el cálculo del cumplimiento de la pena se hizo por la primer condena y no por la segunda por lo que los dos oficiales que encabezaron el asalto de la casa del Negrito y su familia ya gozan de la libertad por cumplimiento de los dos tercios de la pena”, explicó la Liga en un comunicado.