Cuesta imaginar a Horacio Rodríguez Larreta conduciendo los destinos de una Nación cuando varias de las medidas que viene adoptando durante su gestión parecerían estar cada vez más lejos de las necesidades reales que tienen las personas.
Cómo se explicaría, entonces, que los anuncios y actos en torno a la construcción de nuevas ciclovías, así como también de paseos urbanos que implican la reducción del espacio público en una Ciudad de Buenos Aires cada vez más “apretada”, contribuyan a atender los inconvenientes más urgentes del ciudadano, teniendo en cuenta de que el grueso de los mismos todavía padece los efectos negativos que produjo la pandemia del COVID-19.
Lanzado a la carrera presidencial de cara a los comicios del 2023, el jefe de Gobierno debería fijarse primero en lo que ocurre dentro de su distrito antes de empezar a hablar de pobreza u obras a nivel nacional, ya que le sería prácticamente imposible mirar para otro lado cuando le llegue el momento de explicar lo que se hizo en estos años para ayudar al ciudadano porteño con su economía, en lugar de imponerle nuevos impuestos (como el de “Sellos” sobre las tarjetas de crédito); u obstaculizarle su andar por la Ciudad para hacer de la impuntualidad el común denominador entre todo aquel que tenga que cumplir con un compromiso.
Sin embargo, la vía pública habla por sí sola: más y más gente buscando reparo en las veredas para pasar las noches; calles atestadas de tránsito; ciclovías desérticas y ocasionalmente utilizadas por imprudentes ciclistas a los que no se los concientiza sobre seguridad vial; y reconversión de zonas o lugares que poco -o nada- tienden a mejorar la calidad de vida de quienes residen o visitan la Ciudad.
Por nombrar alguna de éstas “fallidas” intervenciones, basta con posar la mirada en el barrio de Palermo, donde “yace” en el predio que anteriormente ocupó el zoológico un denominado “Ecoparque”, el cual -básicamente- consta de un sencillo paseo en el que parecería que la falta de presupuesto estuviera a la orden del día, puesto que en lugar de nuevas atracciones prevalece la maleza y unos pocos animales.
Además, otra de las cuestiones que constantemente alteran la rutina de los vecinos, más allá de la incapacidad de proponerse siquiera controlar las movilizaciones callejeras, es la falta de planificación al momento de volcar cuadrillas en el espacio público, donde los “eternos arreglos” en veredas y calles sin contemplar día u horario hacen las veces de caldo de cultivo para sembrar caos en la circulación.
Contrario, quizás, a lo que reza el slogan que suele visualizarse con facilidad por todo el territorio porteño, Rodríguez Larreta tendría que poner un “freno” a esa serie de vacías e inconsultas transformaciones (leer Las raras “transformaciones” que propone Rodríguez Larreta) que, en definitiva, poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.
En su lugar, llama la atención que desde su entorno no le sugieran que haga foco en los problemas reales con los que conviven a diario sus votantes, quienes podrían en un futuro cercano darle la espalda al momento de ir a las urnas, tal como parecería que él lo viene haciendo con ellos.