Tras varios “pases” a lo largo de su extensa trayectoria política, el 2024 lo colocó en un espacio diferente al del sello gobernante y, si bien se podría decir que todavía resulta prematura una nueva incursión como “defensor del oficialismo”, el tiempo seguramente lo podría terminar colocando en ese lugar.
De otra manera, no se explicaría entonces como Miguel Ángel Pichetto recaló en la actualidad al frente de un bloque en la Cámara de Diputados (Hacemos Coalición Federal), cuyos integrantes provienen de distintas extracciones de pensamiento que no se presentan como férreos críticos de la Casa Rosada, ni tampoco como opositores manifiestos.
Su historia en la política, vale recordar, se inició en 1983, e incluye pasos como concejal, jefe comunal, legislador provincial, Congresal por Río Negro y senador y diputado nacional, entre otros cargos, pero su notoriedad claramente la alcanzó durante las décadas que pasó dentro del Parlamento nacional, ya que a título personal no pudo cosechar éxitos con sus aventuras electorales (perdió las dos ocasiones en las que se presentó para gobernar Río Negro contra Carlos Soria y Alberto Weretilneck).
Bajo el ala de los “oficialismos” -a excepción de la época en la que gobernó Fernando De la Rúa-, Pichetto pasó por distintos espacios para siempre estar cerca del poder, ya que apoyó desde su banca en el Congreso a los gobiernos de Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (en este último caso fue titular del bloque de senadores nacionales del Frente para la Victoria).
Sin embargo y una vez finalizada la administración de la ex Presidenta, su versatilidad lo obligó -una vez más- a tener que reinventarse para no quedar desdibujado en una arena política plagada de dirigentes, llevándolo en esa oportunidad a conformar un bloque en la Cámara Alta que lo alejara de la nueva oposición (kirchnerismo) y no quedar, a la vez, tan distante del nuevo oficialismo.
Fue allí, entonces, que desde la presidencia del Bloque Justicialista en el Senado intentó embarcarse en un proyecto que comenzó a tejer junto a un grupo de gobernadores para darle vida a un frente electoral que denominaron Alternativa Federal con el propósito de competir en los comicios.
En ese marco, incluso, fue ayudado fuertemente por distintas personalidades del peronismo para que pudiera diseñar su precandidatura presidencial aunque, de buenas a primeras, decidió darle la espalda a quienes se habían ofrecido a tenderle una mano y finalmente acordó con Mauricio Macri para acompañarlo como vicepresidente en la fórmula de Cambiemos (lo que le significó, más tarde, que sumara una nueva derrota en su historial para cargos que no fueran legislativos).
Hoy en día y con Javier Milei conduciendo los destinos del país, Pichetto retornó luego de haber hecho un paréntesis en la actividad legislativa (cumplió funciones en la Auditoría General de la Nación) para adoptar desde su banca -esta vez en Diputados- una posición similar a la que tuvo en el Cámara Alta durante la administración macrista cuando se “autopercibía” como dador de “gobernabilidad”, ya que el oficialismo de aquel entonces podía avanzar en el tratamiento y sanción de algunas leyes a partir del acompañamiento que propinaban desde su bloque.
Ahora y si bien el Gobierno actual tuvo un fallido debut en el Congreso con el envío de una extensa y compleja ley durante el período de sesiones extraordinarias, parecería que el líder de Hacemos Coalición Federal ya volvió e mostrar sus intenciones de volver a situarse próximo al “calor” del poder, dejando entrever su predisposición en “ayudar” al Gobierno desde el recinto.
Es por ello que más allá de que Pichetto haya sido catalogado por estos días como un “opositor dialoguista”, será cuestión de tiempo para ver si, tal como lo hiciera anteriormente, se vuelve a tentar con calzarse el traje de “defensor oficial” de la administración de turno y comienza a proyectar, una vez desde allí, nuevos horizontes para su carrera política.