Tras la detención de Sergio y Pablo Schoklender, se espera con que la justicia avance sobre aquellos que de una u otra forma participaron del presunto engaño financiero llevado a cabo por los hermanos en la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo. Entre ellos, asoma el nombre de Fernando Caparrós, señalado como el “financista” de los imputados.
Quienes lo conocían, recuerdan su personalidad extrovertida y “entradora”. Era, según el lunfardo criollo, un “master” para los negocios y también para hacer relaciones públicas. No obstante, el tiempo hizo que Fernando Caparrós terminara siendo víctima de sus propias excentricidades y ahora está bajo la atenta mirada de la justicia por el vínculo que mantenía con la empresa Meldorek de los hermanos Sergio y Pablo Schoklender, detenidos recientemente por orden del juez federal Norberto Oyarbide.
De orígenes humildes (su padre era encargado de un edificio), Caparrós supo construir su actual imagen de financista desde muy temprana edad: con tan solo 18 años, ingresó a trabajar en la Compañía Financiera Corprend SA y más tarde formó parte del desaparecido Nuevo Banco Santurce. Luego, integró los directorios de Average SA, Valores Negociables SA, Western Wheel Works SA y Cooperativa Monetización SA.
Amante de los “fierros” y de la velocidad, Caparrós obtuvo con sus primeros salarios un Peugeot 504 GR2, que era ni más ni menos que uno de los autos más codiciados por la sociedad en la década del ´80. Fue a partir de entonces, que esa pasión por el automovilismo lo llevó años más tarde a convertirlo en el presidente del Club Ferrari de la Argentina (se decía que en un garage del barrio porteño de Belgrano, descansaba una de su propiedad junto con la de Sergio Schoklender).
Curiosamente y a pesar de que fue su incursión en las finanzas lo que permitió su crecimiento personal, aquellas personas que supieron trataron con él en el pasado aseguran que dejaba mucho que desear al momento de hacer cuentas. “Su pésimo manejo con las cuentas era notable. ¡Hasta con la calculadora erraba! Afortunadamente para el, la actitud y el entre que tenía dejaba todo eso en un segundo plano”. Además, lo recuerdan como uno de esos “tipos que siempre se mantenían al borde o a la izquierda de la legalidad”.
En la actualidad, la justicia puso la lupa sobre un grupo de financieras y mesas de dinero (entre ellas la operada por Caparrós) que estarían relacionadas con los supuestos desmanejos de los fondos que administraba Sergio Schoklender en su carácter de apoderado de la Fundación de Madres de Plaza de Mayo para la realización de viviendas sociales en todo el territorio nacional bajo la misión “Sueños Compartidos”.
Si bien los hermanos Schoklender representan una suerte de “punta de la lanza” en el entramado de las irregularidades de la Fundación conducida por Hebe de Bonafini, otros personajes, como el financista Caparrós, son candidatos a engrosar con sus apellidos los folios del expediente judicial.