Ambos sectores en que quedaron divididas las bancadas bonaerenses pretender llevar la denominación UCR.
El tratamiento en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires de la reforma impositiva que impulsó la Gobernación, finalmente sancionada luego de semanas de negociaciones, idas y venidas y rumores escandalosos, provocó también efectos políticos que perduran. Es que fue al paso de esa iniciativa que se reavivaron los cortocircuitos internos en las representaciones legislativas de buena parte del arco opositor, donde se produjeron rupturas, nuevas alianzas y realineamientos.
A la fractura ya consumada en la bancada radical, que expresa además la puja interna por la conducción de la fuerza a nivel provincial, se sumó la crisis abierta en los bloques del Pro Peronismo y las movidas subterráneas que involucran a legisladores del espacio de Francisco De Narváez, donde también podrían registrarse cambios como fruto de nuevos acuerdos políticos.
Con el oficialismo atravesando sus propios tironeos internos, el mayor impacto se registró en el radicalismo.
Aunque los bloques de la UCR mantuvieron una postura unificada de no prestar apoyo al oficialismo para conseguir el preciado quórum que le permitiera habilitar la sesión y tratar el ajuste fiscal, las negociaciones informales que abrieron referentes de esa bancada por diferentes canales con el oficialismo no hicieron más que acelerar una fractura que replica el alineamiento de los distintos sectores de la fuerza en el marco de la pulseada interna por el control del Comité Provincia.
En Diputados, la división fue anunciada como un hecho hace ya más de dos semanas, aunque la ruptura formal del bloque radical aún no se produjo, ya que ninguno de los dos sectores en que quedó partida la bancada acepta ceder la denominación de Unión Cívica Radical.
“Por ahora, todo el trámite formal está congelado hasta después de las elecciones internas del 24 de junio. El que gane ahí se va a quedar con el nombre”, explican.
La ruptura terminó de tomar forma cuando un sector mayoritario del bloque, siete diputados referenciados con la línea de Ricardo Alfonsín y el intendente de San Isidro Gustavo Posse, reclamó para sí la presidencia que estaba en manos de Ricardo Jano, alineado con el sector de Federico Storani y Leopoldo Moreau.
Los alfonsinistas-possistas conformarán un bloque con siete diputados, presididos por Walter Carusso, mientras que el otro espacio quedaría integrado por cinco miembros encabezados por Jano. Cuál de los dos tendrá el “premio” de seguir usando la denominación UCR es por ahora una incógnita que recién se develará luego de los comicios del 24 de junio.
Aunque con un menor nivel de conflicto, la ruptura también replicaría en el Senado, donde el bloque radical cuenta con expresiones de ambos sectores enfrentados en la puja interna. Allí, el senador Santiago Nino, enrolado en el espacio de Moreau y Storani, formaría una bancada separada de la que quedará integrada por alfonsinistas y possistas, conducida por Carlos Fernández y con Roberto Costa en la vicepresidencia del cuerpo.
Aunque el grado de enfrentamiento parezca no tener retroceso, desde las dos trincheras reconocen que la fractura “no beneficiará a ninguno”. “Perdemos peso y poder de negociación”, graficaron.