A diferencia de las veces anteriores en las que anunciaba una nueva extensión de la cuarentena, el marco en esta oportunidad será diferente.
Es que el Presidente Alberto Fernández tendrá que dirigirse, en cierta forma, a dos “países” diferentes durante su próximo mensaje a la sociedad, dado que la situación actual por el coronavirus en el territorio nacional se presenta en formas diametralmente opuestas si se compara a las provincias con el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA): en el primer caso, la enfermedad parecería estar dando indicios de que está siendo controlada, mientras que en el segundo todavía se encuentra mostrando su peor cara.
Más allá de las políticas de prevención adoptadas hasta el momento, las cuales fueron de la mano con las inversiones que se hicieron contrarreloj en el sector de la salud para mejorarlo y fortalecerlo, tanto Ciudad como Provincia de Buenos Aires cuentan con una especial característica, si se quiere de antaño, que las diferencia del resto de los distritos del país: la densidad de sus poblaciones.
Ese especial ítem, no sólo quiere decir que se trata de “muchas personas en un mismo lugar”, sino que también se tienen que contemplar las condiciones en las que llevan adelante sus vidas. Es ahí donde se explica -en este caso específico con el coronavirus- la virulencia al momento de producirse los contagios y, más aún, el ensañamiento hacia los sectores vulnerables, donde ni siquiera cuentan en su gran mayoría con acceso a los servicios básicos para hacerse de la única vacuna artificial disponible, según lo expresado por los especialistas, que es la higiene.
Paralelamente, hay otro gran sector de la sociedad que pese a haber podido contar con la posibilidad de transitar estos más de dos meses adentro de sus casas, le resulta cada vez más agobiante en términos económicos continuar sosteniendo esa “estrategia de prevención” planteada por el Gobierno nacional desde el inicio de la cuarentena, indistintamente de si se trata de empleados, profesionales independientes, cuentapropistas, o dueños de empresas o pymes.
Ante ese panorama, los jefes de los dos distritos más afectados, Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof, coincidieron desde un primer momento en darle un abordaje completo a la lucha contra la enfermedad, incluso volcando la mayor cantidad de los recursos a su alcance. No obstante, sus miradas sobre la salida al problema los terminó colocando en veredas opuestas con el correr del tiempo.
Aquí es entonces donde Alberto Fernández, quien en los últimos días mantuvo una “catarata” de encuentros con especialistas, funcionarios, gobernadores, dirigentes, sindicalistas y empresarios, deberá buscar el equilibrio al momento de pronunciar su decisión final respecto a cómo se continuará con el aislamiento en el país luego de haber escuchado a todas las posiciones.
Si bien son variadas las versiones en cuanto al anuncio del primer mandatario, los trascendidos desde el entorno gubernamental hablan de una etapa “inteligente” de la cuarentena para gran parte del país, la cual contemplaría nuevas excepciones sociales y también la reapertura de actividades comerciales, según la situación epidemiológica de la región que se trate.
No obstante, párrafo aparte merecerá la Capital Federal y la Provincia de Buenos, cuya suerte a partir del 8 de junio continúa planteando serios interrogantes hasta el día de la fecha porque aún no se dejaron ver ni el “pico” ni la “meseta” de los contagios, las dos variables que parecerían haberse transformado en el punto de partida -en estos casos- tanto para dar un paso adelante o en su defecto hacia atrás en la toma de decisiones.
Es cierto que el miedo paraliza. El tema, ahora, es por cuánto tiempo más.